domingo, 20 de julio de 2014

Nada será fácil, pero todo es posible

Estas palabras las pronunciaba Artur Mas el día después de la primera gran Diada independentista, la de 2012. Ocho días más tarde tendría lugar el famoso encuentro del portazo al pacto fiscal con Mariano Rajoy. Un trámite irrelevante para alguien que ya había dejado claras sus intenciones, porque decía Artur Mas:

¿Por qué nada será fácil?
Pues nada será fácil porque Cataluña no dispone en este momento de la mayoría de estructuras de un estado normal, y las hemos de ir construyendo. Y construir las estructuras de estado no se hace de la noche al día. Durante 30 años no lo hemos hecho, y ahora hay que empezar.
Ver el vídeo

 Artur Mas no quiso esperar a lo que pudiera sacar de Rajoy, y antes de recibir el portazo decidió tomar rumbo a la luna, aunque poco después lo exhibiera como una de sus razones. Sabía de antemano que no podían darle la luna, y decidió por todos los catalanes que la Generalitat debía iniciar su camino para conseguirla. Así como suena, sin legitimidad democrática, el programa de gobierno vendría con las próximas elecciones, y no tardó en convocarlas para el 25 de noviembre de 2012.

¿Por qué tomó esa decisión Artur Mas? Veámoslo en el siguiente gráfico:


En aquellos días los nacionalistas catalanes estaban viviendo una catarsis colectiva, y el Molt Honorable sentía el apoyo entusiasta de todas sus facciones. Contaba con 62 escaños en el Parlament, a 6 de la mayoría absoluta, tenía en frente una oposición lamiéndose las heridas del tripartito, y Junqueras, el único líder ilusionante, ofrecía fidelidad a cambio de intentar un sueño. ¿Qué podía fallar?.



No hubiera tenido sentido echarse atrás en ese momento, simple y llanamente apretó el botón del plan que tocaba. “Ara sí toca”, que diría Pujol. Pero le salió mal.

En lugar de obtener su “mayoría excepcional” acabó perdiendo 12 escaños a favor del original. La legitimidad que buscaba para su plan secesionista no la encontró en las urnas, y en lugar de interpretar el resultado como lo que era, un fiasco total, se equivocó con la calculadora, o le equivocaron, pero la cuestión es que continuó dándole al botón:

26 de junio de 2013 Pacto por el derecho a decidir
12 de diciembre de 2013 Pacto a cuatro bandas para la consulta

Se acerca la fecha de la consulta, ¿y qué pasa?. Pues que las encuestas vuelven a darle un garrotazo en la cabeza. La encuesta de La Vanguardia les otorga 37 escaños, la mejor de las previsiones, perdiendo otros 13. De 62 a 37, una pérdida de la representatividad del 40% en 5 años. Si lo hubiera sabido cuando tenía 62 seguro que no lo hubiera intentado, pero insistir tras las elecciones de 2012 es adentrarse en el mundo del martirio.

Para el lector joven, acostumbrado a vivir la vida de forma muy rápida e intensa, le parecerá que todo esto tiene su lógica, y que poco importa ya cuántos escaños tenga cada uno, lo importante es que sumen entre todos. El que está fanatizado ni siquiera se lo plantea, va a la guerra con lo que haga falta, y ya están tardando para tomar los cuarteles y repartir armas. Pero esto es una guerra de despachos y tribunales de justicia, y estas cosas llevan tiempo, más del que puede aguantar un partido político con tantas bocas que alimentar, y tanto que continuar perdiendo.

Observemos la siguiente serie:


Los últimos resultados son encuestas de abril y mayo, y el resto es la suma de escaños de CIU +ERC en el Parlamento de Cataluña en cada legislatura. Ni el mejor de los vaticinios prevé mejorar lo que sumaban en 2010. ¿Qué va a hacer CIU después de cederle a Esquerra casi la mitad de sus votos?, ¿un pacto de gobierno?, ¿declarar el estado catalán?.


En CIU hace tiempo que hacen cálculos de los Ayuntamientos que van a perder en las municipales de 2015, y tienen los pelos como escarpias. Con eso ya cuentan, pero: ¿se arriesgarán también a ceder la Generalitat en unas elecciones?. Tarde o temprano lo tendrán que hacer, pero podrían estirarlo hasta el 2016, con tiempo para ensayar fórmulas que cambien la tendencia.

Sea como fuere, el proceso catalán está llevando a Cataluña hacia un escenario de ingobernabilidad. El nacionalismo es un sentimiento más potente que la ideología política, y ha rasgado el arco parlamentario catalán. Ni CIU ni PSC van a ser segundos en un gobierno de ERC, y con esta limitación no hay forma de componer un gobierno realista. Y cuidado que no se presente Podemos (o Podem).

Mal que les pese a los nacionalistas, en el ser humano puede habitar un sentimiento aún más poderoso que el nacionalismo: el partidismo, que es la extensión de otro todavía más potente: el personalismo. Convénzanse que el proceso fracasó el 25 de noviembre de 2012 por falta de legitimidad popular, y lo que se está viviendo ahora es el aterrizaje en el fango.

Todo esto sólo ha servido para constatar lo que veían diciendo las encuestas del CEO, que no hay una mayoría cualificada para intentarlo ahora. Quizás hacían falta 10 años más de proselitismo en las escuelas. Porque no es suficiente con que lo quieran muchos, lo tienen que querer casi todos, y aún así,

Como aspectos positivos han podido comprobar el tremendo poder de movilización del sentimiento nacionalista, saben ahora en qué punto están. Pero a cambio dejan un escenario político extremófilo, en el cual especies como CIU y PSC tienen pocas posibilidades de sobrevivir como partidos de mayorías.

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